miércoles, 14 de agosto de 2013

Invisible, invisible, invisible. invisible, así me he sentido toda mi vida.  

Queriendo desaparecer cuando realmente ya estaba desaparecida. 
Preguntándome sí le importaría a alguien, o sí alguien notaría sí desapareciera. 
Nunca al frente de la conversación, sino detrás, en el fondo, callada.
Sin que nadie note o le importe mi opinión de algo. 
La tercera rueda, el número cinco en un grupo. 
La fea de un grupo de amigas lindas. 

Siempre, siempre, siempre así. 
Invisible. 

Sin importar, sin que nadie repare en mi presencia, sin ninguna opinión aceptable hacia el mundo.


Y nunca sé sí hay alguien que lo nota, nunca, nunca, nunca, nunca, mientras que quiero que alguien lo note. 
No sé cuántas personas reparan, realmente, sobre mi existencia en este mundo. 

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