lunes, 6 de junio de 2016

Después de un millón de años


Donde vamos


¿A dónde vamos?”
“Depende de donde quieras terminar”.
“¿Tan confiado en una primera cita?”
“La esperanza es lo último que se pierde”.

Me río.
Me parece gracioso. Él me parece gracioso. 
Subo a su auto y nos relajamos. Sé que espera que haga un comentario ingenioso por lo de antes, pero no lo hago y simplemente le miro.

 Levanta una ceja.
Yo no puedo hacer eso. Así que le odio.
Y él lo disfruta.

Enciende el auto y nos ponemos en marcha.
La noche está tranquila, por lo que llevamos las ventajas abajo y la brisa está revolviendo su cabello y el cuello de su camisa; mi cabello debe estar igual, junto con mi vestido ligero y el suéter. Probablemente un vestido no fuera la mejor opción para salir a comer. 
Pero no importa, porque a eso vamos, y el paso más importante para conquistar  una chica debería ser el estómago, no precisamente una ensalada a la vuelta de la esquina, sino una gran hamburguesa con mucho queso.

Pasamos la noche entre comer, hablar y reír.
Él es completamente carismático, está terminando la universidad y quiere viajar por el mundo.
Yo soy un poco más que torpe, voy a mitad de la carrera, y aún no sé qué quiero hacer. 
Cada momento donde puedo estar nerviosa, él los desecha con un ademán.
Aún me están sudando las manos, pero no estoy ni un poco arrepentida de salir.

De regreso, una balada está sonando en la radio mientras él tararea.
La cambio.
Pregunta por qué y todo lo que puedo responder es que no me gustan. Parece extremadamente en shock y declara que el romance está muerto.
Pasamos el resto del camino discutiendo sobre música.

Me lleva hasta la puerta de mi casa como en esas películas antiguas, me da un pequeño beso en la mejilla y finjo estar sorprendida casi hasta el desmayo.  Él me sujeta… y lo siguiente que sé es que nos estamos besando.
Suavemente.
 Su boca está en la mía y estamos luchando por un poco más de aire para no separarnos, un poco más, un poco más cerca.

Y luego…


Luego despierto.